El otro día quería hacer las madalenas que en su momento llamé "Las madalenas más ricas y bonitas del mundo", pero me encontré con que no tenía azúcar blanco ni suficiente aceite. Estas cosas que pasan, que empiezas a hacer una receta y te vas encontrando con pequeñas dificultades.
¿Qué decidí? ¿Dejar de hacer madalenas? Nooooo, porque los antojos son terribles en mi caso. Imposible dejar de hacer algo si se me mete en el moño en ese momento.
Así que sustituí el azúcar blanco por moreno y parte del aceite por leche.
¿Y qué pasó? Que han quedado superesponjosas, más marroncitas, menos crecidas, no se abren, pero de sabor y de textura deliciosas.
Estas no serán las más bonitas del mundo, pero igual le hacen la competencia a las otras en lo de más ricas.
Así fué cómo quedaron:
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