De vez en cuando no viene mal darse un antojo. Y estos muffins son eso, un superantojo.
No son nada pesados, a pesar de su aspecto. Parece que van a ser secos y poco sabrosos, pero nada más lejos de la realidad.
Eso sí, entre la nata, la mantequilla y el chocolate, son una bomba de relojería sólo apta para momentos muy especiales.
En este caso los hice por nuestro 10º aniversario de boda. Uno de los muchos caprichos que los niños y nosotros nos daremos este fin de semana.
Felicidades Salva, amor.
Así quedaron:
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